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La longevidad necesita de nuevas mentalidades

La longevidad necesita de nuevas mentalidades para afrontar las dificultades de una sociedad con una esperanza de vida cada vez mayor.

Esta larga vida de las sociedades modernas no está acompañada por una mentalidad acorde con esta no tan nueva situación.  

Las formas de hacer las cosas no han cambiado apenas. Seguimos casi, con los mismos presupuestos de una sociedad en la que la esperanza de vida era menor y los nacimientos se multiplicaban.

Todos somos conscientes de esta transformación; sin embargo, seguimos aplicando los mismos clichés o dejando que se sigan usando.  Hay una resistencia al cambio, a nuevas ideas que trastoquen el actual estado de las cosas.

1. Vivimos en una sociedad cada vez más longeva

Marchamos hacia sociedades muy longevas. Ahora mismo en España el 19% de la población ha cumplido más de 65 años. En el 2050 España y otros países tendrán el 40% de la población con más 65 años.  En este mismo año, en el mundo habrá un 5% de la población con más de 80 años.

Del 1950 al año 2000 ha aumentado la expectativa de vida, a razón de 3 años por cada 10. Ahora parece que nuestra esperanza de vida se va incrementando 6 minutos por cada hora.

Los avances científicos, en las ciencias de la salud, la genética, nos anuncian que en pocos años podremos alcanzar edades alrededor de los 120 años. Otros puntos de vista más optimistas vislumbran alcanzar edades muy superiores.

El transhumanismo, teoría muy vinculada a algunos teóricos de las tecnologías de la información, augura un camino hacia la inmortalidad, en un escenario en el que el hombre y la máquina se convertirán en un único ser.

Una vez con los pies en la tierra, podemos si decir, sin equivocarnos, que las sociedades son y serán cada año más longevas. Y a esta particularidad nos deberemos adaptar cuanto antes.

2. Las sociedades no son como antes

La longevidad nos está haciendo tener una perspectiva de la vida diferente, el futuro se amplía.

Padres e hijos conviven en la vejez. Las personas tienen una segunda juventud de los 65 a los 75 años. Los mayores no se reconocen como tales. Cada día es más difícil adivinar la edad.

La jubilación no implica una disminución de las facultades, ni de la actividad.Una persona con 65 años puede acometer cualquier proyecto a largo plazo, pues su esperanza de vida es de 80 o más años, si tiene la fortuna de cumplir con las expectativas estadísticas.

Las edades tienen un significado diferente, pues no solo vivimos más, sino que vivimos mejor, en consecuencia nuestra vida se alarga. Envejecemos más tarde.

El envejecimiento está dejando de ser una etapa, en realidad envejecemos desde que nacemos, y dejamos de envejecer al final de vida. Cada vez se confunden más las edades, y una vez en la madurez la edad no es tan tenida en cuenta.

Aumentan los periodos, antes estaba la infancia, la juventud, la madurez y la vejez. Hoy hay más periodos y se dibujan de otra forma.

3. Se necesita una nueva sociedad

Necesitamos reflexionar sobre el actual ciclo de vida. A nivel individual y social.

Las finanzas, las transmisiones patrimoniales, los seguros, la vivienda, la convivencia, el transporte, el ocio, la salud, han de repensarse para acompasarse con esta beneficiosa sociedad longeva.

La política, la sociedad, las personas, no están buscando con tesón la forma de subirnos a este privilegiado tren.

Estamos aplazando decisiones, las formas de hacer las cosas, porque tenemos, en el fondo, una visión negativa de esta beneficiosa situación. Creemos que cualquier reforma va a ir en detrimento de nuestras economías y posiciones sociales, y esto no es así.

Muchos creen que no es posible perpetuar esta situación sin reducir determinadas prerrogativas sociales.

Imagen de mujer delante de un esquema de sistema informático
MUJER Y SISTEMA INFORMATICO

4. La longevidad necesita de nuevas mentalidades

Como decíamos es muy importante que cambiemos nuestra mentalidad y la adecuemos a estas circunstancias, si no queremos ser atropellados por las corrientes desfavorables que naturalmente también existen.

La abultada cuenta de las pensiones, de la sanidad, de la asistencia a la dependencia, son unos de tantos problemas que deberemos afrontar antes de que nos desborden, y el cortoplacismo nos obligue a tomar medidas inevitables y seguramente injustas.  

La vida ha de planificarse de diferente forma, la perspectiva se amplía, envejecemos más tarde.

Esa figura de la persona mayor que aguardaba después de la jubilación la llegada del fin de vida, se acabó hace tiempo. Como decíamos, los 65 años es una buena edad para empezar un proyecto profesional o personal.

Nuestra fuerza para hacer cosas comienza en la infancia y no termina en la vejez, solo se modifica su valor. La experiencia es un recurso muy valioso e irremplazable, que en ningún caso se puede desaprovechar.

En una era del conocimiento la edad no es un obstáculo sino todo lo contrario.

Indudablemente hay una última etapa con más dificultades y menos facultades, y en algunos casos muy dependiente, pero como venimos comentando en este blog, las tecnologías nos están ayudando a ser más autónomos durante más tiempo.

Por fortuna ya hay muchas visiones optimistas, una es la economía plateada o economía alrededor del mayor; sumémonos, la longevidad es más oportunidad que inconveniente. No escondamos los problemas, convirtámoslos en una ocasión.

5. Erradicar el edadismo

Los puntos de vista optimistas no son los únicos. Los hay negativos, y están muy extendidos.

Ven la larga vida como un inconveniente, un obstáculo, un lastre, un coste.

En una sociedad ensalzadora de la belleza y la juventud, la vejez viene a enturbiar esa imagen idílica.

Pero más grave es la discriminación y los prejuicios por razones de edad. A pesar de vivir en una sociedad que está dando un sentido diferente a la longevidad, el edadismo sigue permaneciendo y en algunos casos está muy arraigado.

El edadismo es inaceptable.  Los mayores, tal como transcurre la vida, las necesidades de la sociedad actual y las tecnologías disponibles, somos un colectivo con una gran capacidad, con muchas ventajas, y con un valor particular como es el de la experiencia.

Hoy el diseño de ciudades, de viviendas, de trayectorias laborales y de un sinfín de servicios, deben hacerse con nuevas ideas acordes con el actual ciclo de vida.

Discriminaciones como las acontecidas durante la pandemia, por razones de edad, en las que no se trasladaba a los hospitales a personas por el hecho de tener más de ochenta años, son inaceptables, ilegales e inmorales.

Hechos como los ocurridos durante la pandemia, como es la muerte masiva de ancianos, no pueden volver a ocurrir.

Entre marzo y agosto de 2020, al menos la mitad de las personas fallecidas en España con covid-19 o sintomatología compatible, lo hicieron en las residencias de ancianos. Datos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

6. Sin complejos, tenemos todos los derechos

La jubilación, el no considerarnos activos, abre un periodo en nuestras vidas en la que nos parece perder los derechos. No somos productivos, aparentemente.

Esta circunstancia, la disminución de capacidades en edades avanzadas y otras muchas circunstancias, nos hace considerarnos como un grupo de segunda, dependiente, a la espalda de los grupos productivos.

De hecho, esta no es una apreciación subjetiva, ya hemos visto el comportamiento, durante la pandemia, en relación a los mayores. Precisamente con esos mayores, que amortiguaron tanto las consecuencias de la crisis del 2008.

La sociedad en su conjunto ha construido el ciclo de vida existente, y todos somos responsables, participes y receptores de sus ventajas e inconvenientes. Los mayores somos indudables participantes, y del mismo modo que otros grupos, debemos tener el mismo derecho a decidir, a dirigir, a formular las estrategias.

Tenemos el derecho y la obligación de participar activamente en la vida económica y social. A diseñar las soluciones, tal como comentaremos más abajo, en el caso de las Ciudades Amigables con los Mayores.

Estamos en un ciclo de vida largo y todos tenemos que hacer, decir y decidir.

Y en este sin complejos, debemos transformarnos para ser digitales, por los beneficios y autonomía que nos puede proporcionar, para no depender de nadie, y sobre todo, por las felicidades y facilidades que nos puede reportar.

Imagen de plano y compas
DISEÑO DE UN PLANO, Imagen de plano y compas

7. Un nuevo concepto de diseño

La domótica, las ciudades inteligentes, los hogares, deberán diseñarse en relación al ciclo de vida existente. 

Pongo como ejemplo una vez más, la iniciativa de Ciudades Amigables con los Mayores de la OMS, cuyo colaborador oficial en España es el IMSERSO.  Preconiza ciudades amigables para todos y para los mayores, y en esta dinámica considera indispensable la participación activa de las personas de más edad. Os facilitamos enlace a nuestro artículo Ciudades amigables con los mayores. 

Las cosas que hagamos, deben pensarse para una sociedad con grupos de muchas edades, y uno de ellos, muy numeroso, es el de los mayores.

Los mayores somos miembros muy activos de nuestra sociedad, los más consumidores, los más viajeros, exijamos que todo también se haga pensando en todos.

La accesibilidad debe estar presente en el diseño del mundo real y del virtual, de los accesos físicos e informáticos. Diseños pensando en el actual ciclo de vida, es decir en todas las personas de todas las edades sin exclusión.

En España tenemos un organismo muy solvente que trabaja por la accesibilidad y las tecnologías de apoyo a los colectivos con dificultades, es el Ceapaat, merece la pena acercarse, si deseamos orientaciones en esta área.  

Podemos imaginar cuántas cosas están por hacer en este sentido, y como su realización, entre otras cosas, pueden contribuir a la activación económica.

7. El hombre maquina

Arriba hablábamos cómo el transhumanismo predecía un ser resultado de la fusión del hombre con la máquina.

Pues bien, ya en el terreno del día a día, podemos afirmar que hay algo de verdad.

Hoy el móvil sin ir más lejos forma parte de nuestra vida, está unido a nuestra actividad, a la realización de las tareas cotidianas, a nuestro día a día, a nuestro minuto a minuto.

Indudablemente no sabemos a dónde llegaremos, si sabemos que la combinación hombre maquina cada vez será mayor y más estrecha.

Esta es una de las novedades sociales. La longevidad está coincidiendo con una eclosión de las tecnologías, y esto favorece enormemente la larga vida.

Longevidad y tecnología como decimos en uno de nuestros artículos son dos buenas amigas. Los mayores nos hemos encontrado en esta escalada a vivir más, con una ayudante de viaje.

Hoy nuestra autonomía, independencia, el poder vivir en nuestros domicilios durante muchos años, va a ser gracias a la tecnología, sí realizamos los cambios, y nos hacemos con una nueva mentalidad.

Y sobre todo, e imprescindiblemente, demos un enfoque humano a nuestras actuaciones.

9. Guiados por la ética

Mencionábamos los episodios dolorosos vividos por las personas mayores en la pandemia. Sin duda los acontecimientos sorprendieron, escasearon los medios; pero, sobre todo, faltó una sólida actitud ética que alumbrara nuestras decisiones.

El corto plazo, el desbordamiento de los acontecimientos llevaron a un triaje injusto, a una selección realizada con muy discutibles criterios técnicos, al margen de la moralidad y de los derechos humanos.  

No es la primera vez que los acontecimientos nos desbordan. El cortoplacismo imperante consecuencia de las políticas dependientes de las elecciones cada cuatro años, del continuo aplazamiento de los problemas con tal de no molestar a nadie, nos pueden llevar a entorpecer la buena marcha hacia una sociedad longeva justa, saludable y feliz.

La tecnología va a ser muy importante para conseguir el bienestar, pero siempre que esté dirigida a procurar una sociedad más feliz y justa. Y este, pensando en el humano desde el inicio de su diseño.

Necesitamos una sociedad dinámica, valiente, innovadora, tecnológica, pero con principios y valores que guíen las actuaciones.

Sociedades complejas como la nuestra, necesitan que sea la confianza la principal manera de conformarnos, de cohesionarnos, de marchar juntos.

La confianza será la mejor forma de que las empresas, la administración, las organizaciones se relacionen con los clientes, usuarios o ciudadanos.

Y la confianza se construye con conductas éticas, con moral y con valores.

Que la ética guíe nuestras actuaciones.   

Revisión de texto; Ana María Llorca Román

Portada; José Manuel Briones

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